Un final feliz para una extensa carrera

Diego Carrizo disfrutó del título y lo festejó como lo hizo hace 26 años su hermano Alvaro.


Fue el retiro soñado por todo deportista: con un título y tras dar una vuelta olímpica. A los 38 años Diego Carrizo se dio el gusto de jugar una final y de contribuir a que Lawn Tennis volviera a festejar después de una larga espera.“Me acuerdo del último título que se logró, yo tenía 12 años. Por suerte siempre hay revancha. A veces demora un poco, pero llega”, dijo.Médico traumatólogo de profesión, casado desde hace ocho años con Constanza Paz Cornejo y padre de Lourdes, de cuatro años, Carrizo se inició a los siete en Lawn Tennis y debutó en la Primera en 1989, a los 19 años; había vuelto de jugar en Los Pumitas.Su profesión lo alejó luego de Tucumán, desde 1998 hasta 2004. Esta vez prometió que colgará los botines definitivamente. “Es el retiro soñado, porque fueron 26 años de espera y por haber podido ser protagonista de la historia después de tanto tiempo. Esto cierra el círculo para poner fin a mi trayectoria como rugbista”, confesó durante la charla en su consultorio.“Este año comencé a jugar en la Preintermnedia, sin mayores compromisos. Un día me llamaron para entrenarme con el plantel superior y cuando me di cuenta estaba jugando otra vez en Primera”, resaltó Carrizo. “Este es un grupo humano fantástico, de chicos muy buenos; hay un gran compañerismo y una solidaridad que pocas veces vi. Noté además una gran convicción de dejar todo, por el hambre de gloria y porque el Regional llevaba el nombre del ‘Gallo’ Cabrera. Estaba todo dado”, añadió.“Me sumé como uno más de forma casual. De a poco me fui metiendo en un equipo integrado por chicos fenomenales. La brecha generacional es grande pero no se sintió, porque hay un lazo de amistad y respeto.Yo los entiendo a los jóvenes, y ellos me respetan mis tiempos y me bancaron muchas cosas, como haber faltado a algunos entrenamientos. También ayudó el hecho de que además soy el médico de muchos de ellos”, comentó. Una muestra de que el plantel estuvo unido y sin egoísmo la dio el abrazo final con Facundo Rodríguez Prado, el otro medio scrum. “Este tipo es un grande de verdad. Aprendí mucho de él. Cuando salió me dijo: ‘ahora entrá vos y salí campeón’. No lo podía creer”, comentó Rodríguez Prado.“Esto es así, le dije que entre los dos seríamos un solo medio scrum y que debíamos compartir estos últimos partidos”, confirmó Carrizo.“Este título tiene un significado especial por todos los jugadores que a través de estos años dejaron todo en la cancha y no tuvieron la suerte de poder lograrlo. Y por el hecho de compartirlo con mi hermano Alvaro que fue campeón en el 82. De esta manera le pude devolver a Alvaro la alegría que él me dio hace 26 años. También quiero acordarme de mis viejos, Lisandro y Pochola, porque fueron dos apasionados por el rugby y hoy estarían muy felices como lo estoy yo”, concluyó Carrizo.

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